Hoy vamos a ver la forma más efectiva de conseguir nuestros objetivos. También por qué la mayoría optamos por el camino equivocado para llegar hasta ellos.

Durante gran parte de mi carrera, he cometido un error muy común a la hora de lograr mis metas. Hacía todo lo que se suponía que debía hacer, todo lo que ponen los libros y aconsejan «los grandes». Pero los resultados eran, cuanto menos, mediocres.

Como los de la mayoría, porque no estoy solo.

¿Cuál es entonces la «fórmula mágica»?

Si queremos tener éxito en algo concreto, no me debo fijar en los mejores en general, sino encontrar a alguien parecido a mí, que está unos cuantos pasos por delante en el camino que quiero, y descubrir qué ha hecho exactamente.

Esto parece obvio, pero nada más lejos de la realidad, porque así es cómo la pifiamos…

El problema de Bill Gates y Elon Musk

Muchos emprendedores, si tuvieran la oportunidad de aprender de alguien, elegirían a Elon Musk o Bill Gates para que les transmitieran personalmente las lecciones que les han llevado donde están.

Ya que nos ponemos, es una oportunidad única.

El problema es que, a lo mejor, soy un economista que quiere ganar suficiente dinero al mes y tener tiempo para su familia. Pero Musk está creando coches eléctricos 20 horas al día y viene de una familia con minas de esmeraldas, mientras que Gates hizo despegar Microsoft porque su madre le consiguió aquella famosa reunión con IBM que lo cambió todo.

Las circunstancias, objetivos y negocios no se parecen en nada a los de ese economista. Por eso, las lecciones, aunque interesantes, serán difícilmente aplicables.

¿Qué debería hacer el emprendedor del ejemplo?

Dejar de leer sobre Jeff Bezos y buscar a otros economistas que estén dos o tres pasos por delante de un objetivo como el suyo.

Esa persona ha recorrido parte del mapa exacto que deseamos. Si yo quiero ser escritor, por ejemplo, ¿qué sabe Elon Musk de eso?

Por el contrario, encontrar a esos escritores que han publicado con las editoriales que deseamos, y contactar con ellos, sí puede dar pistas valiosas.

Los errores que cometemos a la hora de conseguir nuestros objetivos

El primero ya lo hemos visto, pero conviene remacharlo.

1. Nos centramos en recomendaciones demasiado generales

Persevera, haz contactos, trabaja duro… Prácticamente todos los libros de negocios y autoayuda repiten eso. Pero si fueran la verdadera clave, todos seríamos ricos y no es así.

Eso es demasiado genérico y no sirve.

Necesitamos un mapa concreto de la jungla personal que tenemos delante y hemos de atravesar, no del mundo entero. Un mapa con los caminos y peligros de nuestra ruta particular.

Por eso la necesidad de alguien parecido que esté varios pasos por delante de un objetivo concreto similar.

Y entonces, ver exactamente qué ha hecho, que lo del trabajo duro se sobreentiende. Veremos las 3 cosas principales en las que fijarnos.

Mucha gente, de hecho, está dispuesta a echar una mano a quien le pregunta, así que no temamos contactar.

2. Copiamos lo superficial

Otra de las maneras en la que funcionan libros y seminarios es destilando hábitos ganadores y achacando a ellos el éxito. Que está muy bien madrugar, meditar, correr cinco kilómetros o no mirar el email al despertarse.

Pero ¿cuál debe ser el trabajo concreto en mi caso particular?

Porque saber eso es más efectivo que copiar supuestos «hábitos de éxito».

Comer lo mismo que Warren Buffet no me trae clientes.

3. Elegimos lo «fácil» y eso nos ocupa los días

Estar ocupados como emprendedores o CEO’s se lleva como una medalla de honor. Pero la mayoría de eso con lo que llenamos los días nos agota sin acercarnos a nuestros objetivos.

En vez de estar siempre prospectando (como ya vimos) nos ponemos a responder emails a ninguna parte. En vez de mejorar nuestros anuncios nos perdemos en reuniones, tras las cuales la vida sigue igual, como en la canción.

Estar siempre ocupados es el peor enemigo del trabajo importante.

Usamos «estar ocupados» para evitar el verdadero trabajo, porque este es incómodo y nos enfrenta a nuestros miedos.

Prospectar nuevos clientes despierta nuestro miedo a que nos digan que no y sacar un producto nuevo nos pone ante el espejo de nuestro temor al fracaso.

Al menos, a mí sí.

Muchas veces, lo «fácil» se disfraza de «trabajo duro» que llena las horas y nos justificamos así, pero evitamos lo que nos atemoriza, aunque no lo reconozcamos.

Habilidades, acciones y activos

Resumiendo, si queremos ser buenos ciclistas, contactemos con clubes, descubramos quiénes destacan y veamos bien:

  • Qué habilidades concretas han cultivado y alimentan cada día.
  • Qué hacen realmente con sus horas del día. Nada de generalidades sobre trabajo duro o mentalidad: ¿Cuánto entrenan? ¿Cuándo lo hacen? ¿Qué método concreto siguen?
  • ¿Qué han construido y cómo? Si quiero ser ese economista y analizo a otros que están varios pasos por delante, ¿qué infraestructura han creado? ¿Qué sistema de marketing tienen? ¿Qué activos poseen?

En definitiva, habilidades, métodos y activos de personas que estén delante en mi camino concreto.

Analizar muchas empresas de éxito y tratar de ver patrones similares solo destila obviedades e ignora lo concreto, que es lo realmente útil.

Juegan a darnos cosas que suenan bien y nos mantienen ocupados, pero no nos harán avanzar un solo paso hacia nuestros objetivos.