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Lo que nadie entiende sobre el marketing, ni siquiera muchas agencias
Tras leer este correo, su marketing será mejor que el de muchas agencias que se dedican a ello. En serio.
Lo cierto es que el marketing nunca ha tenido buena reputación. Tampoco se puede reprochar que sea así, dado el historial de la profesión.
Sin embargo, la culpa no es del marketing. Es de no entender qué es en realidad, algo que ocurre incluso en muchas agencias «expertas» en él. Porque algunos de los que leen esto saben que trabajo eventualmente como «mercenario» para algunas de ellas, así que conozco la manera de operar.
El buen marketing no es un intento de persuadir o manipular, no es tratar de crear percepciones que, de pronto y sin saber cómo, te han convencido de pagar algo como en un trance hipnótico y ahora ya está hecho.
Como decía aquel, el buen marketing es respaldar la verdad con prueba convincente.
Quien entienda bien eso, estará por delante de muchas agencias de marketing.
Nada es más común que un excelente producto que fracasa porque nadie sabe que existe. Por eso, el marketing es más necesario que nunca, especialmente en este contexto de ruido y furia, constante y vacía, donde nadie para de gritar.
Pero el buen marketing es también un multiplicador.
Cuando lo que vendemos es la respuesta a las oraciones de los clientes, las habilidades de persuasión, copywriting y todas las técnicas y estrategias sensatas, multiplican esa esencia y disparan su éxito.
Cuando no, da igual todo eso. Como el marketing es un multiplicador de la solución, si el valor de esta es cero, mil multiplicado por cero sigue siendo cero.
Quien entiende la definición de buen marketing que acabamos de ver, lo aplica. Se afana en reunir evidencia (como ya hemos visto en este mismo boletín) y en poner su oferta cada día delante de los ojos adecuados.
Y después, cuestión de probar
Tras eso, se afana en ir probando distintas variantes de esos anuncios, esas llamadas o esos emails, y ver qué manera de decir las cosas conecta mejor y genera más respuesta.
Pero no se conforma, siempre está intentando un enfoque nuevo y recogiendo datos, por si acaso encuentra una forma mejor.
Observe esta imagen de una herramienta que uso para analizar la conversión de distintas versiones de materiales de marketing.
El increíble poder de las pequeñas mejoras constantes hará que, tras un tiempo de repetir ese proceso, tenga anuncios eficaces y rentables, mientras que los demás piensan que lo que ocurre es que es un genio del marketing.
En realidad, simplemente comprende los fundamentos de cómo funciona.
Eso está bien, porque lo fundamental es lo que nos salvará en cualquier situación, y no la última moda.
Por supuesto, quien se interesa en mejorar, pronto descubre más cosas que la mayoría ignora: el enorme poder de las historias, maneras de persuadir y conectar mucho más eficaces que otras, que la emoción es lo fundamental…
Pero en serio que, quien entienda los párrafos anteriores (y los aplique), estará por delante de la mayoría de «expertos».
Pocos entienden algo tan sencillo
En ocasiones, muchos piden magia y no marketing cuando contratan a alguien para eso. Creer que el copywriter va a usar trucos oscuros y poner en trance a quienes leen su texto, que se puede convencer a alguien de algo que no quiere hacer en realidad o que es posible persuadir a todo el mundo, son cosas que han esperado de mí los que no entienden de qué va el juego.
Cuando consigo resultados es porque me acuerdo de la definición fundamental con la que hemos abierto este email y empiezo a trabajar por ahí, pero lo cierto es que el estado del marketing es lamentable en muchos casos.
Hace un par de años, una agencia con la que trabajaba me contactó porque tenía un proyecto nuevo, así que me preguntó si quería escribir cinco emails para un gran cliente, pues los necesitaba como seguimiento a los que se apuntaran en su web.
No había mucha más información, me daban una temática difusa y ya está, además de una buena compensación.
Mi respuesta fue que podría hacer eso, pero sería un flaco favor.
Para lo que realmente quería el cliente, habría que examinar bien el producto y construir un embudo de ventas adecuado al objetivo real que se pretende conseguir. Con eso, empezar a redactar, no cinco, sino diversas variaciones de los diferentes correos para ir probando y ajustando respuesta, reacción, etc, comenzando ese proceso de prueba y repetición constante del buen marketing.
Pero cinco correos cualquiera no iban a marcar ninguna diferencia, ni redactados por mí, ni por el mayor genio vivo del marketing.
Me respondieron lacónicamente que si quería escribir los cinco correos o no.
Uno de los dineros más fáciles que iba a ganar.
No los escribí, poco después dejé de trabajar con ellos. Era una gota más en el vaso lleno, porque no es una anécdota aislada y he dejado de trabajar con muchas otras agencias.
Ese es el estado del marketing. Así que la próxima vez que nos sintamos inadecuados y creamos que esto no es para nosotros, o que no tenemos ni idea, puedo garantizar que no es así.
Que si comprendemos la primera parte de este correo y basamos nuestro marketing en él, lo haremos mejor que la mayoría.