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El emprendedor más aburrido del mundo
Uno de los emprendedores más exitosos que conozco ha hecho de todo, desde exportar máquinas de vending a los países del Golfo, hasta emprender en Internet.
Como suele pasar con muchas personas que considero exitosas, no es famoso ni ganas de serlo.
Y este emprendedor tiene una característica peculiar.
Es el hombre más aburrido del mundo.
Que es una exageración, pero no mucho. En serio que ríe con muy pocas cosas, habla siempre lo justo y tiene esa capacidad negociadora, terrible y poderosa, de no saber qué piensa cuando le hablas, porque su expresión es un lienzo en blanco.
Pero, al contrario que la mayoría de los que estamos en esto, casi todo lo que toca lo convierte en oro.
Emprender es ensayo y error, con éxitos puntuales que compensan con creces las cosas que, la mayoría de las veces, no salen.
Pero cuando se trata de este emprendedor, su porcentaje de éxito es mucho mayor del normal.
¿Cómo es posible?
En un entorno donde se nos vende el emprendedor superestrella, al estilo Elon Musk o Richard Branson, esta persona es la antítesis, el emprendedor más aburrido del mundo.
Ese aburrimiento nos salvará
He aquí una de las cosas más importantes que he aprendido: lo más importante que tenemos que hacer cada día, también tiene la manía de ser lo más aburrido.
Esa es la realidad. Por poner un ejemplo aislado, cuando he montado sistemas de anuncios que me han estado dando ventas casi en automático, cada viernes recogía datos, los introducía en una hoja de cálculo, medía indicadores, descartaba anuncios perdedores e introducía otros nuevos en su lugar.
Nunca fue una tarea difícil, pero siempre era ingrata. Una labor mecánica que dejaba para el viernes con la promesa de que, tras eso, se acabó la semana de trabajo.
Este emprendedor no, él siempre se ha caracterizado por:
- Basarse siempre en los fundamentos, nunca en las modas.
- Hacer lo que los demás tratamos de evitar, lo aburrido y pesado.
- Mitigar constantemente el riesgo de las operaciones todo lo que se pueda.
Él tiene la misma cara analizando indicadores un viernes que tomando una cerveza el sábado. Y cuando siente que es el momento de cambiar, empieza con otro problema que quiere solucionar y aplica esos mismos 3 principios en su nueva iniciativa de negocio.
Es la imagen de la apisonadora lenta que no se detiene por nada, una excepción en este contexto donde los emprendedores están más pendientes del estilo de vida que de resolver problemas.
Los fundamentos de lo aburrido
Que este emprendedor construya sus diferentes casas con los mismos pilares dice mucho de su manera de actuar, muy en consonancia con su personalidad de caminar despacio, pero no pararse nunca.
Lo conozco desde hace mucho y, cuando aún trabajaba en otras cosas, le comentaba mis ideas. La primera, con veintipocos, partía de que prácticamente nadie sabía cómo funcionaba eso de Internet y las primitivas conexiones por módem, pero todo el mundo quería subirse a ello.
A mí me gustaba, siempre estaba resolviendo problemas de ese tipo a conocidos y pensé, «podría hacerlo por un precio». Cuando se lo comenté, me dijo que uno de los fundamentos era correcto: encontrar primero el problema y no la solución. Que muchos productos y servicios eran, en realidad, soluciones en busca de un problema. Así que tenía buen instinto, pero había un fallo grave.
Ese negocio tenía una esperanza de vida corta, hasta que todo el mundo pudiera conectarse sin problemas ni líos, de modo automático.
—¿Entonces qué?
—Pensaré otra cosa cuando ocurra.
—Y será demasiado tarde.
Estaba en lo cierto, mi idea no era una moda, pero tenía sus mismas características y las modas son siempre malos negocios.
Por aquel entonces, él fabricaba no recuerdo qué pieza para tampoco recuerdo qué proceso industrial. No sabía ni que eso existía y no era sexy, ni cohetes a Marte, ni revolucionar Internet, pero necesario y lucrativo.
El hombre más aburrido del mundo (con cariño y admiración lo digo) es un verdadero emprendedor que siempre repetía: «Los fundamentos te salvarán, especialmente en tiempo de crisis».
Tenía toda la razón otra vez. Cuando la necesidad me ha golpeado, el mejor refugio ha sido centrarme en los fundamentos:
- Solución superior a un problema demandado.
- Promoción sistemática con mejora constante.
- Mitigación del riesgo constante en todo.
Este último punto también suena poco atractivo, cuando de nuevo la narrativa es que los emprendedores más exitosos arriesgan y la fortuna favorece a los audaces.
Sin embargo, sólo es eso, una narrativa, un discurso de venta.
Richard Branson es el ejemplo de emprendedor temerario, porque eso le da publicidad y el aburrimiento no, no incita a leer el artículo. Sin embargo, su filosofía real del riesgo es esta:
«Siempre trato de protegerme contra los inconvenientes. Me aseguro de haber cubierto todas las eventualidades que puedo. Al final, hay que asumir riesgos calculados».
Calcular no suena excitante y este emprendedor aburrido es, en realidad, como Richard Branson. Por poco atractivo que parezca, siempre se pregunta primero qué riesgos hay, qué puede salir mal. Entonces lo detalla y marca un curso de acción para mitigarlo y proteger sus flancos antes de avanzar. Pero nadie quiere hablar de eso. Muchos emprendedores viven en el cuento de la lechera, con objetivos como «que me compre Google» o ser «la nueva Amazon o Facebook», cosas que he escuchado a menudo estos años.
Mi respuesta siempre ha sido la misma, la aburrida, la que ha ido a pinchar el globo y, de paso, me ha servido para cualificar interesados y trabajar con emprendedores de verdad y no de humo.
—Ser el nuevo Facebook está muy bien, pero empecemos por no morir.
Por ahí comienza también el emprendedor más aburrido del mundo, por ahí empezó conmigo cuando le comenté aquella primera idea de negocio hace tanto ya, tratando de que yo no muriera al poco tiempo, inculcándome sus 3 principios.