Sé lo que dice la teoría y yo mismo la he predicado alguna vez. Hay que innovar, es mejor ser el primero que ser el mejor, hay que diferenciarse y tu negocio tiene que tener algo que los demás no tienen.

Pero la realidad es que, aunque quieres ser diferente, tampoco lo quieres ser demasiado. Que hay que innovar, pero lo cierto es que se cumple la frase de que reconocerás a los pioneros por las flechas en la espalda.

En todo este tiempo, muchos emprendedores me han escrito diciéndome que tenían una idea que nadie más había tenido. Muchas de esas veces tampoco querían decirme demasiado sobre ella al principio, por miedo a que alguien les copiara.

Francamente, somos más de siete mil millones de personas y calculan que unos cien mil millones de humanos hemos pasado ya por la historia. Es complicado que hayamos pensado algo que no se le ha ocurrido a nadie.

De hecho, si algo no se está haciendo, suele ser porque no resulta rentable.

La competencia es buena señal

Aunque no lo parezca, de verdad que lo es. Significa que estás en algo que da dinero, que hay gente dispuesta a pagar por eso, aunque sea a otros, pero es más fácil robar clientes que crearlos de la nada.

La mayoría de veces, analizas a la competencia para ver en qué te puedes diferenciar, pero la realidad es que yo la analizo primero para saber qué le va bien y qué debo copiar. Qué estrategias usa y cuáles evita, qué clientes tiene, cómo los consigue, qué anuncios pone, con quien se junta, etc.

Con suerte, si nos fijamos en los adecuados, empezaremos con el trabajo medio hecho.

Hace poco, un amigo emprendedor, de esos que convierte en oro todo lo que toca, creó una sociedad para un producto que a mí me pareció muy útil. Apenas había nadie en España fabricando algo así, si acaso una empresa francesa que hacía algo parecido y distribuía aquí.

Todo parecía estar a favor y el campo libre, pero tras tocar muchas puertas con el prototipo, nadie parece interesado y será lo primero que no convierta en oro.

Si lo pienso, me cuesta explicarlo, el producto es muy bueno, muy útil, pero en realidad sí me lo explico, porque es lo mismo de siempre y he aquí otra lección:

Mi opinión no importa, solo la de los que van a pagar, porque yo no soy el público de ese producto. Así que no me preguntes a mí, ni a tus amigos, ni a expertos, ni a adivinos.

Pregunta a quien vas a vender y tampoco te fíes mucho de la respuesta.

Siguiendo el camino de Apple

Muchas veces no querremos ser los primeros y Apple ha hecho fortuna de ir por detrás, conocedora de los desastrosos efectos de marchar la primera por tierras desconocidas. La Apple moderna, de éxito constante, no ha creado nada especialmente original y, sin embargo, se ha llevado no sé cuántos premios a la empresa más innovadora.

Su estrategia es sutilmente diferente:

Coge algo muy pujante y modifícalo lo suficiente.

Cuando sacó el iPod, el gran éxito que la devolvió a la palestra, los reproductores de Mp3 ya existían y comenzaban a venderse muy bien, pero ellos rompieron con el concepto habitual. En vez de 12 canciones, 1000.

Cuando sacaron el iPhone, los móviles comenzaban su ascenso imparable y cada vez hacían más cosas, Apple llevó esa tendencia más lejos, pero siempre siguió la dirección de un impulso ya dado.

De hecho, cuando Apple ha creado algo de la nada, ha sido su perdición, como en el caso del Newton, una especie de iPad primitivo que salió demasiado pronto, cuando ni siquiera se concebía qué era aquello o cómo usarlo.

Fue un desastre con flechas en la espalda, que resucitó como iPad cuando el tiempo fue el adecuado, cuando ya había una tendencia pujante y un deseo creado.

Lo mismo con los ordenadores portátiles. En su punto álgido, allá por 2008, cogieron lo que estaba en la cresta de la ola y le dieron «su toque». Los fabricaron de aluminio, en una sola pieza, una obra de arte e ingeniería que rompió el molde del diseño.

Pero no era nada nuevo en esencia, sólo el aspecto.

Empezar de cero no es lo que quiere la mayoría y la elección del mercado en el que nos metamos determinará al 90% el éxito o fracaso. Da igual si quienes están al frente han convertido en oro lo que han tocado, no venderás máquinas de escribir.

El mercado que elijamos tiene que estar lleno de vida, de bullicio, de dinero y gente deseando gastarlo. También es sano que haya competencia, porque será signo de todo lo anterior.

Apple se cansó de ir la primera por territorio inexplorado, equivocarse desde cero y llevarse los flechazos para que otros aprendieran de sus errores. Así que decidió dejar pasar a la cabeza de la fila, observar a los que sobreviven y capturar lo que está en ascenso, para entonces sí, entrar con su poder y su nombre, dándole su toque y vendiendo esa historia que sabe vender como nadie.

Si esa estrategia es lo bastante buena para Apple, es lo bastante buena para nosotros.