Comienza el año y es inevitable plantearnos una serie de objetivos. Comenzar motivados y hacer un buen puñado de resoluciones en enero, que acaban en la cuneta de febrero.

Vamos a ver qué podemos hacer para que no sea así, pero de verdad. Nada de consejos y técnicas que, en el fondo, ya conocemos y no servirán de nada.

El mejor libro de 2021

Probablemente, el mejor libro de no ficción que he leído en 2021 fue 4000 weeks de Oliver Burkeman (no está en español, de momento). Bajo el subtítulo: Time and how to use it, Burkeman nos habla de cómo conseguir hacer las paces con todo eso que queremos hacer en esta vida antes de irnos de aquí.

Para eso, lo primero es cambiar nuestra relación con el tiempo y asumir verdades que nos cuesta afrontar.

Sigo a Burkeman desde más de diez años en su antigua columna semanal en The Guardian. De hecho, incluso hemos intercambiado algún correo y nos parecemos un poco. No para bien, somos un par de neuróticos que han probado cada sistema de productividad que existe.

Todos prometían que tendríamos tiempo para hacer eso que siempre hemos querido: ganarme la vida, llevar a cabo mil proyectos personales, hacerlo con tiempo para descansar y disfrutar de lo que importa: de los míos y del amanecer y el atardecer mientras respiro tranquilo, con la sensación del trabajo hecho.

Pero no.

Por qué todos los sistemas de productividad fallan siempre

En realidad, no siempre, conozco a algunos que siguen, por ejemplo, el sistema GTD a rajatabla y les funciona. Pero también conozco a un par de personas a las que les ha tocado la lotería. Los unos y los otros no son un buen ejemplo de éxito a seguir.

Porque hay de todo en la vida, pero la mayoría somos seres humanos normales y falibles. Para esos escribo, porque ese soy yo. Y es un sentimiento común el hecho de que la mayoría de sistemas de productividad dejan de funcionar con el tiempo.

Por novedad y saliencia los usamos al principio y parece que al fin hemos encontrado EL sistema. Pero el brillo de lo nuevo se diluye a los pocos días y el sistema se interpone en nuestro flujo de trabajo, en lugar de aliviarlo. A las dos semanas, cuesta más introducir las tareas en el sistema que hacerlas, de modo que nos vamos olvidando, nos caemos del tren y, de nuevo, es otra cosa más que probamos, olvidamos y no funcionó.

Lo mismo pasa con las aplicaciones de productividad, las he usado todas. Y eso no es una medalla de honor, es una forma perversa de procrastinar. He perdido demasiado tiempo buscando lo perfecto.

Lo sigo perdiendo, pero ese no es el tema.

El problema principal

Es probable que el libro de Burkeman me gustara tanto porque, básicamente, corrobora lo que ya pensaba sobre el tema y vivo cada día, pero así somos las personas.

La cuestión es que, como digo desde hace mucho, la solución para conseguir objetivos no es hacer más, es hacer menos.

Porque, simplemente, son demasiadas cosas y vivimos en un contexto de mil tareas insostenibles. Ese contexto nos vende que el fallo es nuestro y no suyo, pero es mentira. Nos vende que con un nuevo sistema o aplicación, al fin controlaremos lo que nos rodea, esas tareas interminables y los mil proyectos que queremos terminar.

Pero tenemos solamente 4000 semanas de vida y muchos hemos gastado ya más de la mitad.

Nos venden que podemos con todo, ese viejo anhelo, pero no es verdad. Debemos afrontar lo que somos: personas, seres limitados por naturaleza.

El problema, como siempre y como en todo, es psicológico y emocional:

No queremos afrontar la realidad de que somos seres limitados a 4000 semanas, que deben tomar la dura decisión de elegir qué queremos hacer realmente con el tiempo que se nos ha dado.

Esas técnicas y aplicaciones de productividad triunfan porque nos venden que podemos superar esa limitación, nos venden una especia de inmortalidad. Con ellas, no tendremos que renunciar a nada.

Pero no es verdad. Pueden ayudar, pueden encajar mejor o peor en el flujo de trabajo de algunos, pero no pueden volvernos superhombres que escaparán al tiempo.

Cualquiera que sepa (verdaderamente) de ventas, también sabe que el mejor producto para vender siempre es un sueño.

Hora de la decisión más difícil

Por todo esto, la elección más importante y dura no es la de qué debemos hacer este 2022, sino la de qué debemos abandonar para poder hacer sitio a lo que queremos hacer.

Eso sí es difícil.

Porque implica reconocer, de una vez por todas, que no somos superhombres. Que todos esos que se han puesto tan de moda con métodos y aplicaciones para tener bajo control la vida nos están vendiendo fantasías.

¿Queremos cumplir los objetivos este 2022?

Bien, cojamos la lista de deseos y dejemos 2, como mucho, 3.

Eso es lo realmente difícil, afrontar que somos personas, que tenemos un tiempo limitado y que, si nos queremos ir de aquí con la sensación de algo hecho, hemos de empezar por hacer menos.

Menos y más importante (para nosotros), pero menos en definitiva.

Esa es la única y verdadera forma de conseguir los objetivos. Cualquier otra cosa, será seguir persiguiendo en vano el sueño de que podemos trascender el tiempo y el cansancio.

Es un bonito anhelo y estaría genial, pero es imposible y perseguirlo lleva a estrellarnos.

Sé que es un poco decepcionante, pasa con muchas cosas cuando «te haces adulto» y comprendes realmente cómo son. Pero cuando lo asumes, es liberador. Y sobre todo, es lo que permite terminar esas pocas cosas importantes que hayamos elegido.