5 minutos
Cómo eliminar la procrastinación (pero de verdad)
En el contexto actual de distracciones y saturación de estímulos, nos roba muchas más ventas la procrastinación que la competencia.
La procrastinación, el «dejar para luego» de toda la vida, es nuestro peor enemigo y casi nunca es un tema de pereza, sino de una mala gestión de emociones.
Todo estudio serio sobre el tema llega a esa conclusión y muestra, de nuevo, que dicha gestión de emociones es fundamental en casi cualquier aspecto de emprender o de la vida.
La verdadera procrastinación
La manera favorita de procrastinar no es no hacer nada. Eso no va a ocurrir en personas como nosotros, con una tendencia enfermiza al control y la acción.
Si nos pasamos el día tirados en el sofá, el cargo de conciencia nos podrá enseguida y nos levantaremos, así que necesitamos buscar formas más sofisticadas de perder el tiempo, engañarnos y sabotearnos.
Por eso, la procrastinación se va a manifestar trabajando en cosas que parecen importantes, pero no lo son, a fin de esquivar todas las que son cruciales de verdad.
Por qué procrastinamos
La procrastinación ocurre, sobre todo, porque lo importante siempre es incómodo y no vamos a querer enfrentarnos a esa incomodidad, evitando las emociones negativas que nos produce la tarea que dejamos para luego.
Así, en lugar de enviar esos emails de seguimiento a posibles clientes que no nos han contestado aún (porque nos resulta incómodo y no queremos que nos digan que no o que somos unos pesados) nos ponemos con otra cosa.
Retocamos la web, respondemos otros mensajes, «gestionamos» las redes sociales…
Todas esas tareas son inofensivas en el sentido de que no nos producirán emociones muy negativas, al contrario, nos refuerzan porque parece que «trabajamos». Pero luego, no llevan a nada, porque es muy difícil conseguir algo que marque la diferencia y no haya sido incómodo por el camino.
Modificar la web no produce grandes cambios, los mensajes que elegimos responder son cómodos, pero poco rentables… En definitiva, gracias a esa procrastinación camuflada, tenemos lo más habitual en un emprendedor.
Días ocupados en los que no dejamos de hacer cosas, pero tampoco avanzamos en nada relevante.
Y pasa el tiempo, con la inútil medalla de honor de estar siempre liados con llamadas, trabajo y hojas de cálculo que, realmente, son el refugio para evitar enfrentarnos a lo importante.
Cómo eliminar la procrastinación
Para empezar, no se puede eliminar la procrastinación, porque es humana, inevitable e incluso necesaria. Pero se puede reducir o, mejor dicho, podemos coexistir con ella sin que nos impida avanzar en lo importante.
Todos los estudios y experimentos serios sobre procrastinación apuntan a que lo efectivo para reducirla es todo aquello que también reduce las emociones negativas de las tareas que evitamos.
Por eso, las técnicas que mejor funcionan son aquellas que disminuyen el tamaño de dicha emoción negativa reduciendo también el tamaño de la tarea en la que procrastinamos.
Así, si tenemos que llamar a los clientes, pero se nos hace un mundo, reducimos la tarea a llamar solamente a uno, o a recoger y dejar preparados los números de teléfono o los emails. Encogiendo la tarea, la emoción asociada a ella también reduce su tamaño y no nos intimida tanto.
Así, cuando pensamos en llamar a los clientes, imaginamos esa montaña escarpada e imposible, que nos supera y nos hace buscar otras ocupaciones poco importantes con las que pasar el tiempo sin tanta culpa. Pero cuando imaginamos enviar solamente un email o recopilar los teléfonos, la emoción negativa que produce eso no es tanta y podemos enfrentarla más fácilmente.
El poder de la inercia
El segundo paso contra la procrastinación es aprovechar el poder de la inercia.
Lo que está parado tiende a quedarse parado y lo que está en movimiento tiende a seguir así. De este modo, una vez nos hemos puesto en movimiento como sea (recogiendo esos teléfonos, por ejemplo), tenemos a la inercia a favor y, ya que estamos, es mucho más probable que sigamos moviéndonos en esa dirección y hacer al menos una llamada, y quizá luego otra…
Pero si no nos movemos y no hacemos nada, porque la tarea es esa montaña enorme al no haber reducido su tamaño de antemano, muy probablemente seguiremos parados o buscaremos una colina más pequeña y menos importante.
En general, todo lo que se ha demostrado que funciona para vencer a la procrastinación comparte esa esencia:
- Reducir al mínimo la tarea.
- Empezarla como sea (cosa que facilitamos con la reducción).
- Aprovechar el impulso y seguir en esa dirección en la que hemos empezado a movernos.
En realidad, lo que estamos haciendo, aunque no lo parezca, es una gestión de emociones negativas asociadas. A fin de superarlas, las reducimos en tamaño.
Del mismo modo, aprovechamos otro principio demostrado que también parece ir en contra de la sabiduría popular:
La motivación es el resultado de la acción y no al revés.
Normalmente, creemos que necesitamos estar previamente motivados para hacer algo, pero, en realidad, una vez empezamos a hacer algo (aunque sea de forma limitada, torpe e imperfecta), la motivación aparece como resultado de este movimiento, según todos los estudios.
Esa es otra lección muy importante que muchos ignoran y cualquier otra gestión de la procrastinación, como tratar de vencerla por pura fuerza de voluntad, está condenada a fracasar.