5 minutos
¿Es emprender con éxito una mera cuestión de suerte?
Emprender es un proceso creativo por naturaleza y, por tanto, no lo podemos reproducir con éxito una y otra vez de manera segura y esperable, como si fuera una cadena de montaje.
Así que, como en todo proceso creativo, la inseguridad nos acompañará siempre a la hora de emprender, porque no sabremos si seremos capaces de invocar de nuevo la magia, si el relámpago caerá dos veces en el mismo sitio y podremos reproducir en una nueva iniciativa el éxito profesional que tuvimos en otra.
Esa es la naturaleza del juego que hemos elegido.
Por eso, la duda, especialmente sobre uno mismo, va a ser siempre nuestra compañera de viaje y no podremos evitarla, sino, como mucho, aprender a convivir con ella. Al menos un poquito, actuando en su presencia, incluso cuando nos susurre que es mejor no hacerlo.
El extraño caso de los emprendedores de éxito
Todo esto encierra una serie de lecciones que harán que más de uno se marche de aquí, porque nos han vendido una imagen falsa de emprender y unas narrativas muy bonitas sobre el tema, pero profundamente falsas.
La primera lección es que, lo mismo que nos pasa a nosotros, con nuestra inseguridad y nuestra retahíla de muchos fracasos y pocos éxitos, también le pasa a los mejores.
Uno no tiene más que leer las biografías de Branson, Jobs y compañía, para darse cuenta de que también tuvieron su buena dosis de fracasos y sus éxitos eventuales. Ni siquiera ellos, con su todo su genio y sus recursos, pueden hacer que el relámpago del éxito caiga a voluntad donde desean.
Esa es una señal, dicen, de que es importante perseverar, no rendirse e intentarlo de nuevo. «Fracasar más rápido», que dijo alguien.
Pero, en realidad, la lección es otra y mucho más poderosa: el hecho de que emprender es, en mayor medida de la que queremos reconocer, una cuestión de pura suerte.
Así como suena.
Ya dije hace unas semanas que llevo tiempo preparando un libro, en la línea de estos envíos, donde plasmo mi experiencia y lo que he aprendido a la hora de tener un negocio. La premisa fundamental es que, basándome en dicha experiencia, la de los cientos de emprendedores con los que he trabajado estos años y los datos objetivos de los estudios, esa suerte es el elemento básico que, en última instancia, determina el éxito o no de un negocio.
El sacrilegio de decir que es suerte, corroborado con datos
De un tiempo a esta parte, se están realizando toda una serie de estudios que, por fin, están acometiendo algunos temas incómodos que no queríamos reconocer, porque nos habían vendido esas narrativas convincentes sobre ellos, pero que resultan falsas.
Se trata de cosas como que la meritocracia (por si quedaba alguien que todavía creyera en ella) es un mito o el hecho de que, efectivamente y de acuerdo a los datos que van emergiendo, el éxito empresarial es, en gran parte, esa cuestión de suerte y no de genio o perseverancia.
Las historias de éxito emprendiendo sufren de un enorme sesgo del superviviente. Este es un efecto, también muy estudiado y comprobado, que hace que las personas exageremos el papel de nuestro trabajo y nuestro mérito cuando tenemos éxito, pero, cuando fracasamos, resulta que ha sido una cuestión de mala suerte (qué casualidad).
No es de extrañar que, en un contexto así, todo lo que tenga que ver con emprender se nos ponga más difícil de lo que ya es, porque no comprendemos o queremos admitir los verdaderos factores que más efecto tienen (como esa suerte), mientras que nos centramos en los que nos dicen que son importantes (como el trabajo duro, la innovación, las ideas y cosas así), pero en realidad no influyen mucho.
¿Significa esto que hemos de bajar los brazos?
Para nada. Significa que es hora de dejar de centrarse tanto en lo que se ha demostrado que no funciona y hacerlo más en esos factores ignorados hasta ahora, como esa suerte, el contexto, el timing…
Esos son los jugadores más poderosos de la partida a la que estamos sentados, pero los obviamos en favor de otras cosas que nos hacen sentirnos mejor emocionalmente, porque tenemos más control sobre ellas: hablo de los hábitos, el esfuerzo y trabajo duro…
Todo eso son condiciones necesarias, pero no suficientes. Es decir, deben estar, son lo mínimo exigible, pero nunca serán bastantes por sí solas.
Lo que ocurre es que he aquí otra percepción errónea. Es verdad que no podemos controlar a la suerte por definición, pero sí podemos influenciarla, al menos un poquito. Lo mismo ocurre con el timing, el contexto y esos otros factores ocultos y poderosos del juego de emprender.
Este es un tema extenso, toda una Caja de Pandora que abrir con calma. Por eso, la moraleja de los 5 minutos de hoy es que esa inseguridad al emprender, ese dudar todo el rato, no significa que estemos rotos o no valgamos para esto, es la naturaleza del camino y es inevitable.
No podremos librarnos de esa sensación en la boca del estómago, pero de verdad que, al menos, podemos actuar a pesar de ella. Ahí está el verdadero mérito.