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Por qué la decisión correcta puede ser un desastre
En los últimos 26 segundos de la Super Bowl de 2015, el entrenador de los Seattle Seahawks, Pete Carroll, tenía que tomar una decisión.
Teniendo al mejor corredor de la liga, lo obvio era darle el balón y que avanzara con él, ya que estaban muy cerca de marcar. La otra opción era intentar un pase y optó por esta. Los Patriots, el equipo rival, interceptaron ese pase y se acabó: derrota por 28-24.
Los titulares al día siguiente fueron brutales: «La peor jugada de la historia, la peor decisión posible, la mayor cagada en la Super Bowl…». Carroll asumió con estoicismo la responsabilidad y pasó a la historia por esa elección. Para todo el mundo estaba claro que, si tienes el mejor corredor y pasadores y receptores mediocres (decían los comentaristas y expertos) optas por correr y no pasar.
Annie Duke, campeona de póquer, comenta esta anécdota en su libro Thinking in bets. Analizando fríamente la jugada, las cifras eran estas:
- Pases intentados a esa distancia en esa temporada: 66.
- Pases de ese tipo interceptados en esa temporada: 0 (hasta ese momento, claro).
- Pases de ese tipo interceptados en temporadas anteriores: 2%.
Algunos analistas comentaron esas cifras y, al contrario que la mayoría de titulares, trataron de hacer ver que la decisión de Carroll fue la correcta, pero salió mal.
Eso es algo que, aunque parezca paradójico, es la esencia de la vida misma y de emprender.
Por supuesto, nadie escuchó esas voces razonables. Carroll era un idiota y su decisión la peor de la historia, porque implicó el peor resultado de la historia.
La vida es póquer y no ajedrez
Esta frase resume la tesis principal del libro de Annie Duke Thinking in bets, donde aparece la anécdota. La vida es póquer (un juego de probabilidades y algo de farol) y no ajedrez (un juego de estrategia con opciones claras, información perfecta y capacidad de proyección futura, al menos unas cuantas jugadas).
Y quien dice la vida, dice emprender, porque son pura incertidumbre, avanzas sin información perfecta y, en general, ambas cosas consisten en tomar decisiones constantemente.
Olvidemos el resultado del partido. Si yo te planteo varias opciones y una de ellas aparece con un 98% de probabilidad de éxito, siendo superior a la de las demás, ¿cuál escogerías?
Porque eso hizo Carroll y eso es lo que volvería a hacer, ya que es lo sensato.
Entonces, ¿por qué aquellos titulares devastadores?
Por lo que Duke denomina resulting, un problema grave si quieres ganar al póquer o emprendiendo.
El peligro del resulting en las decisiones
El resulting es la tendencia a calificar una decisión como buena o mala según el resultado final que tenga esta.
Eso es un problema.
Si el pase no hubiera sido interceptado y los Seahwaks hubieran marcado, Carroll habría sido visto como un genio por haber tomado la mejor decisión de la historia o algo así. Pero no era un genio, ni un idiota, era un hombre sensato.
Vio que, de 100 intentos, 98 tenían éxito, simplemente cayó en el lado malo de la probabilidad y esas cosas pasan.
Te quedas con cara de tonto, pero pasan. Y no solo eso. Lo lógico sería decidir de nuevo lo que te arruinó.
Por eso es importante abstraerse de resultados finales a la hora de tomar decisiones.
¿Nuestro amigo dejó su trabajo para montar su empresa y ahora es rico? Genial, pero no es eso lo que debe guiarnos para emprender nosotros. Al fin y al cabo, es un juego con el 90% de probabilidades de derrota.
El resultado que presenciamos nos altera emocionalmente y distorsiona la capacidad de toma de decisiones, al alterar la calibración de nuestras probabilidades.
Esto puede pasar, tanto si el resultado es positivo (somos más proclives a decidir lo que ha creado un resultado positivo, aunque no sea lo indicado) como negativo (estamos menos inclinados a ordenar un pase tan cerca de la línea después de leer cómo crucificaron a Carroll, aunque 98 de cada 100 veces funcione).
El problema con las decisiones es que el resulting es demasiado común, especialmente en los que no toman la decisión.
Te van a juzgar por resultados, da igual que expliques cifras y sensatez.
Portugal fue un país alabado por la gestión de la primera ola del coronavirus. Lo hicieron genial y apenas tuvieron casos, no como España. Por tanto, sus epidemiólogos y políticos eran unos genios en los medios.
Pero su incidencia media en la segunda ola fue superior a la de España. ¿Entonces eran unos genios o no?
Tendemos a juzgar por resultados y el héroe se convierte en villano en un instante gracias al resulting.
Un economista nunca da consejos de bolsa
En Economía te enseñan una frase para cuando la gente te pide asesoramiento en bolsa: «Las rentabilidades pasadas no predicen rentabilidades futuras». Esa es una manera elegante de decir que no tienes ni idea del futuro (ni de bolsa). Por tanto, lo sensato es no recomendar nada (eso, y que la bolsa es un casino).
Resultados pasados no predicen resultados futuros si son anecdóticos y no forman tendencia ni puedes derivar una probabilidad de todos esos resultados.
Por eso, las anécdotas y los casos no sirven para nada, ni a la hora de argumentar, ni a la de tomar decisiones.
Siempre habrá un caso de remisión imposible de un cáncer y siempre habrá un ganador de lotería, pero esos resultados no dan información fiable. De hecho, son una brújula horrible para decidir.
Hay que abstraerse, abrir la perspectiva y tomar las decisiones como las tomaríamos sentados a una mesa de póquer. Porque estamos sentados a ella, lo reconozcamos o no.