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Emprender es pura suerte, pero nadie entiende lo que implica
Hace unas semanas hablaba de que el éxito emprendiendo es una cuestión, esencialmente, de suerte. Suele ocurrir que, cuando lo digo, siempre hay réplicas empujando en la dirección contraria y eso está bien.
Lo peor no es la crítica, como también hemos visto, sino la indiferencia.
Al menos, cada vez estoy menos solo en esa conclusión y cada vez más y más datos y estudios corroboran lo mismo:
El azar está sentado a esta partida y es el jugador más poderoso, lo queramos reconocer o no.
Esa es también la tesis principal alrededor de la cual gira el libro que estoy escribiendo sobre emprender y no morir en el intento. Esto abre una Caja de Pandora de implicaciones que se pasan por alto, pero veamos una esencial, solo una, ya que es muy incomprendida.
La importancia de salir del armario
El otro día, el creador de uno de los videojuegos más exitosos de los últimos tiempos, Elden Ring, confesaba que no tenía ni idea de por qué había sido un éxito. Podría haber racionalizado como muchos que llegan a la cima y achacarlo, por supuesto, a su genio y trabajo duro.
Pero no.
Cuando se le preguntó a George R.R. Martin cuál era el secreto de las ventas de su saga de Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos), también fue honesto al decir que lo ignoraba.
Y no solo eso, confesó que le había dado mil vueltas y había tratado de aplicar las razones que creía haber descubierto a otros libros y sagas.
Pero nada, fracaso total, como comprar la colonia de tu antigua pareja a la nueva.
A estos creadores, y a cada vez más emprendedores, les honra la sinceridad y humildad en un contexto donde todo el mundo está intentando vender la fórmula del éxito.
La suerte y la rendición
Una de las principales réplicas cuando pones la suerte sobre la mesa es que, si es así, entonces ¿para qué esforzarse?
Si es cuestión de azar, ¿por qué me he dedicado a trabajar con emprendedores o he planeado iniciativas propias? ¿Por qué lo sigo haciendo?
No tiene mucho sentido si es pura suerte. De hecho, hasta parece hipócrita.
Cuando alguien desafía narrativas que tenemos muy integradas dentro, nos defendemos de todas las maneras posibles y nos cerramos a los matices, viendo en blanco y negro.
Una pena, porque la clave suele estar en los detalles. El tema de la suerte emprendiendo tiene mil implicaciones y es importante comenzar por esta.
El chiste de mi padre
Para empezar, que la suerte tenga el papel más importante no invalida el chiste malo que mi padre me contaba de pequeño.
«Dios, ¿por qué me haces esto? ¿Por qué no me toca la lotería si te lo pido cada noche?». Y Dios, harto de los ruegos, responde: «¿Podrías al menos comprar un boleto?».
La suerte está sentada a la mesa de juego y no se la puede obligar. Por definición, hablamos de sucesos y resultados fuera de nuestro control. Pero sí podemos controlar el acto, aunque no el resultado, y sí se la puede tentar, aunque no obligar.
Cómo volverse viral
En varias ocasiones, alguno de los contenidos que he escrito en las diversas webs que he tenido se han hecho virales. Recuerdo uno especialmente, porque saltó por los aires mi servicio de hosting y me supuso una cuantiosa factura de ancho de banda adicional.
Se trataba de un artículo que, cuando escribí y divulgué inicialmente, pasó desapercibido.
Y de pronto, más de 140.000 visitas diarias durante una semana o así.
¿Por qué? Por la suerte de que un influencer lo leyó, le gustó, lo difundió a su enorme red y, en ella, había otros influencers con cientos de miles de seguidores que también lo difundieron.
¿Cómo lo conseguí?
Porque cuando divulgué el contenido por primera vez, no pasó nada. Lo divulgué una segunda y no pasó nada. Pero a la tercera, por casualidad, porque pasó en el momento en el que ese primer influencer miraba sus redes, tenía tiempo para leerlo y también el ánimo de difundirlo, me supuso un breve momento de fama (y clientes) hace ya unos cuantos años.
Estaba (estoy y estamos) metido en un juego de lotería y ¿qué hice? Comprar tres boletos, no solo uno o ninguno.
Que es un ejemplo tonto, pero ilustrativo de los mecanismos que hay por debajo.
Cuando estamos atrapados con un dado y no salimos hasta que sacamos un cinco como en el parchís, ¿cuál es la mejor manera si lo que salga es cuestión de suerte?
La solución matemática y probabilística es tirar más veces el dado. Cuanto más lo hagas, más probable es que te salga ese cinco que necesitas.
Esa es una de las maneras de tentar (que no obligar) a la suerte.
Por eso, cuando me dicen que, si todo es cuestión de suerte, entonces para qué molestarse en hacer nada, en realidad la conclusión correcta es la contraria. En un contexto que funciona así, hay que intentarlo más, no menos. Hay que comprar más boletos, no rezar lamentándose.
Es una pequeña pieza del verdadero puzzle en el que estamos, pero es fundamental entender que, poner a la suerte en el verdadero sitio que le corresponde no es una excusa para no hacer nada o bajar los brazos, sino todo lo contrario.