En las últimas semanas, ChatGPT y la revolución que va a significar (o no) ha sido un asunto que no he podido evitar, aunque he hecho esfuerzos activos por la enorme pereza y lo estrambótico de las conversaciones, que parecen de barra de bar.

Todo el mundo está saltando al carro, tiene una opinión como si la vida fuera Twitter y aparecen constantes anuncios de cómo forrarse con el juguete. Principalmente, por los cantamañanas que ayer decían lo mismo de criptos, NFTs, etc.

Eso ya es significativo.

ChatGPT y los transformadores generativos no son lo más interesante dentro del campo de la Inteligencia Artificial. No lo digo yo, sino un compañero doctor en IA y otro socio con el que trabajo en un proyecto de red neural predictiva, que veremos si llega a puerto.

Doy fe de que, si conoces mínimamente esta tecnología, le sacas las costuras enseguida y que, como dice la propia empresa OpenAI, no se debe usar ChatGPT para nada serio, debido a sus enormes limitaciones y errores.

En realidad, OpenAI sabe para qué se va a usar (para qué se está usando ya un tiempo), y no será para nada bueno en la mayoría de ocasiones, aunque esa es otra historia.

Pero como nadie los entiende, ocurre lo de siempre con la mayoría de negocios: «No sé lo que es, pero lo quiero».

Ser el primero o ser el mejor

En realidad, esa no es una mala táctica de por sí.

Yo no sé si supondrá una revolución o no y, a pesar de los mil artículos sesudos en un sentido u otro (muchos de ellos, mostrando enseguida que no se sabe de lo que se habla), también pienso que hay que decir más ese «no lo sé» en estos tiempos cuñados.

Pero es cierto que, como también vimos en su día, es mejor ser el primero que ser el mejor.

Si cuaja, estás bien colocado. Si no, como en el caso de otros pufos, quien primero se apuntó al carro de criptos y NFTs, se fue con beneficio, mientras que los últimos se quedaron «sujetando la bolsa vacía», como se dice en Economía cuando hablas de esta clase de fiascos.

Personalmente, no me voy a colocar primero (esto es más antiguo de lo que parece y los más viejos del lugar llevamos toqueteando modelos así bastante tiempo), tampoco me interesan los timos y no voy a dar ningún curso sobre cómo forrarse con ChatGPT.

¿Para qué un curso si realmente estás forrado? No tiene sentido crearte competencia, lo cual ya dice todo sobre esas iniciativas.

Hoy, solo quiero dar un apunte sobre qué hacer o no en tiempos convulsos y dudosos.

Nadie sabe si la IA disparará la productividad o dejará a todo el mundo en la calle, hay ansiedad, expectación, algo de temor y demasiado ruido. Pero sea como sea, creo (y resalto el «creo») que la actitud debe ser la misma que con cualquier crisis.

La verdadera naturaleza de las crisis

En todas, incluso en las más terribles, no todo el mundo pierde. De hecho, siempre hay alguien que gana y siempre son los mismos. Pero, ¿qué hacer cuando se mueve el suelo bajo nuestros pies?

Una vez más, ir a los fundamentos, cultivar lo importante de verdad, lo esencial. Los cimientos de la actividad que hacemos y los cimientos de las relaciones con las personas.

No importan las máquinas, al final, siempre va a haber personas y estas serán las que pulsen los botones y tomen las decisiones (al menos, hasta que salga una verdadera IA general y se rebele como en Terminator).

Por eso, puede que las máquinas o lo que sea cambien muchas cosas, pero siempre habrá:

  • Mercados de élite que no quieran cosas hechas de esa manera, sino por expertos humanos reales, con verdadero conocimiento y capaces de pensar y reaccionar (y no de emular todo eso con bastantes errores por ahora, como los transformadores generativos al estilo ChatGPT). Lo ideal, como ya vimos, es centrarse siempre en el segmento de mayor poder adquisitivo en cualquier situación. Ser expertos humanos premium, en definitiva.
  • Necesidad de vendedores / persuasores. Es la habilidad más rentable. Todo lo que sea aprender a vender, persuadir, comunicar o negociar tendrá salida, como forma de trabajo o aplicada a cualquier actividad que realicemos, para poder venderla. Conozco a comerciales expertos y siempre están demandados. Estas habilidades jamás quedarán obsoletas.
  • Necesidad de contacto y trato humano. Y más en estos tiempos de soledad y alienación mediante pantallas.

Creo, esta vez con algo más de seguridad, que siempre se demandará la experiencia humana, personal y «real».

La tecnología, incluso siendo «superior», no ha matado del todo a lo analógico. De hecho, eventualmente hay revivals en muchos casos. La nostalgia vende, el sonido impecable no mató al vinilo, por ejemplo, ni el libro electrónico al de papel.

De hecho, ambas cosas viven, en este momento, una demanda interesante.

Somos humanos y nuestra naturaleza no ha cambiado en lo esencial desde que bajamos del árbol.

Y lo que mueve las ventas tampoco ha cambiado y es esencialmente humano: la emoción.

Eso es algo que, de momento, tampoco cambiará y una máquina está lejos de emular algo parecido.

Insisto. En tiempos convulsos te puedes dejar llevar por la moda (rentable a corto plazo en algunos casos, si tienes excelente timing, algo muy difícil) o volver a los fundamentos de lo que hacemos: comprensión de las relaciones, forja de dichas relaciones y valor de verdad a través de la experiencia real.

Siempre habrá demanda de eso y, seguramente, se pagará mejor.