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Esta es la realidad de muchas empresas que triunfan
Tras la pausa de la semana pasada, vamos al grano con algo importante, porque para aquellos que no sepan cómo funcionan las cosas en una empresa de éxito, o para aquellos que crean que lo están haciendo «mal» en esto de emprender, este email es de obligada lectura.
Recientemente, he empezado a trabajar en el marketing por email de una empresa tecnológica. Una de esas llenas de gente joven, increíblemente capaz y que hace magia con pantallas negras llenas de código que para mí es incomprensible.
Dicen que hacen cierta cosa muy interesante y novedosa, pero podrían estar terminando con el mundo o escribiendo hechizos arcanos, no lo sé, no llego a tanta comprensión técnica.
Lo que sí sé es que en la última ronda de financiación que tuvieron, consiguieron casi un millón de euros. Para un pequeño equipo, es un gran logro.
Que grandes clientes (estamos hablando de marcas de coches, por ejemplo, que más de uno está conduciendo) trabajan con ellos.
Que su futuro es fascinante.
Y en esta toma inicial de contacto, hemos estado remachando detalles del día a día respecto a la actividad con las que les voy a ayudar.
- Les he preguntado por otras estrategias de marketing para integrar con ellas lo que voy a hacer y estar seguros de que los objetivos están «alineados» en lo importante.
- Les he preguntado por métricas fundamentales que toda empresa (no importa si es un humilde autónomo solitario) debe tener claras.
- Les he preguntado por las herramientas usadas para ese marketing y otros procesos críticos, a fin de familiarizarme con ellas en caso de no conocerlas.
Las respuestas han sido algo así como: ninguna, ninguna y lo que se nos va ocurriendo.
Y no me ha extrañado nada, de hecho, me hubiera sorprendido lo contrario.
El verdadero funcionamiento de las empresas
Está el refrán de que es mejor no saber cómo se hacen las salchichas y quizá hay que añadir que es mejor no saber tampoco cómo funcionan las empresas por dentro.
Porque siempre es una mezcla de caos, a trancas y barrancas y por una fórmula de suerte, coincidencias y trabajo duro que se saca como se puede.
Y esa es la tónica general.
Lo era cuando trabajaba como consultor de negocio con empresas que facturaban millones, lo sigue siendo a tenor de las historias de amigos que están en multinacionales de esas que todos conocemos y nos facturan cada mes.
Y también estoy hablando de que en ellas no hay aficionados. Hay ingenieros, economistas y una enorme cantidad de carreras y masters especializados de gestión de negocios.
Así que, si alguien cree que, efectivamente, los que están ahí arriba es porque funcionan como un reloj y hacen todo eso que dicen los best-sellers de gestión… Creo que ya hemos hablado más de una vez de que lo importante es el mito.
Y si alguien se siente inadecuado porque él va como puede, se esfuerza demasiado y vuelca todo en un viejo y fiel Excel, que sepa que no lo está haciendo «mal». Esa es la norma y si va saliendo un buen trabajo, pues es lo importante. Ese suele tener recompensa (o no), el problema muchas veces es que se acaba el dinero antes de llegar a ella.
Supongo que lo que quiero dejar claro es que está la salchicha pulcra en el envase y el estante de la tienda y luego está la fábrica que la hace.
Y esa fábrica es caótica y mucho menos glamorosa de lo que parece. Pero claro, no vas a decir eso, no hace falta ni tiene sentido.
Aquí se produce el mismo fenómeno que en las redes sociales, que comparamos nuestros patios traseros con la fachada de los demás, que han construido cuidadosamente y a la que le han puesto mil filtros antes de exponerla.
Así es imposible no sentirse inadecuados, porque somos humanos y recordemos una de las premisas principales de estos años y estos envíos, que somos humanos y este es un juego de personas.
De personas y vanidades.
De hecho, en esa red profesional llamada LinkedIn (que no uso ni he usado nunca) parece cumplirse una vez más ese sesgo donde todo el mundo es CEO de cien cosas y cita esos libros de negocio que nadie aplica. Todo el mundo es perfecto e impoluto, pero más de dos veces están escribiendo esas cosas en ropa interior mientras todo arde a su alrededor.
No nos engañemos. Recordemos que todo es marketing y que compararse es la raíz de la infelicidad.