El mes de julio es lava y agosto asoma por la esquina. Pronto, muchos estarán ya de vacaciones (si no lo están ya) y, para los emprendedores, como para los escolares, casi que este es el verdadero final de año.

Como en estos últimos dos, este correo también se toma una pausa en agosto y volverá el primer miércoles de septiembre.

Por eso, hoy quiero remachar 3 cosas fundamentales (mejor no saturar en días como estos) y 3 cosas más la semana que viene antes de la pausa, para entrar en ese mes de agosto con la cabeza amueblada.

Vamos a verlas.

1. Lo más importante y lo más difícil hoy es conseguir atención

Lo hemos visto a menudo, desde distintas perspectivas y con diferentes temas, pero todos se pueden resumir en esto: nuestra atención lleva mucho tiempo bajo ataque y saturada.

Por eso:

  • Donde la mayoría de emprendedores tiene problemas es en conseguir esa atención, ese caudal constante y suficiente de interesados que quieran probar nuestra solución, que la vean y la experimenten.
  • No, nadie quiere leer nuestra mierda, como decía el escritor Steven Pressfield. Por eso, para llamar esa atención lo fundamental es el incentivo que les demos para eso.
  • ¿Problema? Nadie tiene ningún incentivo a leer el enésimo folleto y el enésimo discurso de ventas que aburre hablando de «precio y calidad». Nosotros tampoco cuando somos compradores potenciales.
  • ¿Solución? El egoísmo. Apelar al del cliente, darle algo que quiera y ese algo no necesariamente tiene que ser una oferta maravillosa o la posibilidad de probar gratis lo que hacemos. Puede ser entretenimiento, conocimiento para resolver su problema o incluso consuelo, en caso de que no se pueda. Esos son aspectos más avanzados de la persuasión, pero no es necesario complicarse, muchas veces solo tenemos que mirar a la competencia, ver lo que ofrece en los anuncios que compiten con nosotros y tratar de dar un incentivo mejor.

2. Este es un juego de personas, de gestión de egos y emociones

Uno de los mayores predictores del éxito es la libreta de contactos, es lo que hay. Gente poderosa abre puertas que suelen tener audiencias igualmente poderosas detrás.

No necesariamente serán masivas, ni falta que hace. Bastan un par de empresas con los bolsillos bien llenos para no tener que perseguir a cincuenta pequeños emprendedores todo el rato.

Hablábamos también en su día de la realidad de que es más importante gustar a quien tiene ese poder que ser el mejor, o que la confianza lleva más lejos que la competencia.

Estas premisas pueden parecer polémicas si nos creemos el cuento irreal de la meritocracia, pero están respaldadas por datos una y otra vez.

Vimos los trabajos de Jeffrey Pfeffer, por ejemplo, y cómo demostraba todo esto. Aunque, sinceramente, si ya tienes una edad (y no me refiero necesariamente a cronológica, sino a llevar años moviéndote en el terreno de los negocios), ya habrás visto que es cierto.

Así que ya sabemos la tarea para septiembre, empezar a subir el nivel de la libreta de contactos, empezar relaciones, poco a poco, con jugadores clave del sector.

El cómo depende de cada uno. Hay quien es maestro de entrar por redes sociales y profesionales, quien es el amo de los eventos locales (un amigo mío aparece constantemente en fotos al lado de empresarios de fama y cargos políticos) y quien predica esto, como yo, pero es un introvertido.

Por eso, he tratado de dominar la estrategia del email en frío y crear desde cero, usando este medio, las relaciones necesarias para el proyecto que tenga entre manos.

3. Todo (o casi todo) es una cuestión de suerte, pero…

No como la entiende la mayoría y sin la implicación que esta frase tiene para muchos, que es bajar los brazos y resignarse, porque si todo es suerte, ¿qué más da? Piensan.

Recordemos lo que dijimos también entonces: la respuesta correcta es justo la contraria.

No voy a entrar otra vez a desgranar los motivos (puede buscar el correo llamado «Emprender es pura suerte, pero nadie entiende lo que implica»), pero esa respuesta correcta se basa en hacer más intentos, no menos.

El problema que vimos es que esos intentos no son gratis.

Por eso, fracasar sale muy caro para quien no tiene dinero y muy barato para quienes viven de financiación de business angels y demás, al estilo Silicon Valley. De hecho, como no pierden nada, y buena parte de esos fondos que les han llovido se han ido a sus sueldos abultados y compensaciones astronómicas, repiten chorradas como la de «fracasa más rápido».

En definitiva, todo es suerte, emociones y atención cuando hablamos de negocios. No suena muy justo, pero me temo que es lo que hay.

Dicho esto, la semana que viene tres cosas más y pulsamos el botón de pausa.