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Recapitulando lo más importante que hemos visto este año (parte 2)
Cómo ya comenté, este envío es el último antes de unas vacaciones hasta septiembre y continuamos recapitulando lo más interesante de este último «año lectivo».
Si la semana pasada veíamos que:
- Lo más difícil es conseguir atención.
- Este es un juego de personas.
- La suerte es la jugadora más poderosa de la partida.
En este caso nos vamos a centrar en cosas igual de importantes, pero que tienen que ver más con nosotros.
Porque si hay algo que se subestima constantemente, es que emprender es un juego mental que pasa una factura muy alta.
Es inevitable cuando dicho juego tiene una posibilidad de fracaso del 85% o más durante los primeros cinco años.
Por eso, creo que merece la pena tomarse una pausa reflexionando de nuevo sobre temas de los que no se suele hablar en los libros de negocio, pero son fundamentales.
Porque si no, el emprendedor, la parte más importante de la iniciativa, terminará agotado y derrotado.
Para tratar de evitarlo, creo que es importante tener en cuenta estas tres cosas.
Ninguna técnica de productividad nos salvará si no respondemos a la pregunta más importante
De hecho, la obsesión por la productividad, las técnicas y ser uno de esos emprendedores de juguete, que vende levantarse a las 4 de la mañana para darse una ducha fría, no es más que una huida de la pregunta más incómoda e importante que debemos hacernos:
¿Qué vamos a hacer con el escaso tiempo que se nos ha dado?
Esas técnicas de productividad, esos madrugones prometen que podrás hacerlo todo, pero no es así. De hecho, contribuyen al problema y no a la solución, porque potencian el burnout, la quemazón y el agotamiento.
No vamos a hacerlo todo, no conseguiremos llevar a buen puerto una actividad que odiamos y sí, sé de sobra que muchos no podemos permitirnos cambiar de rumbo o situación.
Pero tarde o temprano, tenemos que hacernos esa pregunta y repetirla a menudo, porque, al contrario de lo que también sugieren esos mismos emprendedores de juguete, la pasión no basta, no hay algo especial que solo tú has venido a hacer, ni te han puesto en este mundo para que encuentres una vocación y, cuando lo consigas, todo será un camino cuesta abajo.
Despedir a clientes es una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestra iniciativa (y por nosotros)
En un envío especialmente celebrado, hablaba de que tenemos reverenciamos demasiado a los clientes. Los consideramos como algo sagrado y a pocos emprendedores se les pasa por la cabeza algo como «despedir» clientes, con lo que cuesta conseguirlos.
Sin embargo, cada cierto tiempo, es imprescindible realizar una labor de poda para librarnos de:
- Los clientes menos rentables.
- Los clientes que acaban con nuestra vida y nuestra moral poco a poco, independientemente de la rentabilidad.
Eso permitirá abrir espacio y tiempo que rellenar con clientes más rentables o con los que conectemos mejor.
Lo otro es morir lentamente de la peor manera.
Sé que da mucho miedo, lo sé. Esta es una de las lecciones que aprendí tarde, pero si de verdad no podemos permitirnos esto, es un síntoma de una enfermedad mucho más grave: que, por el motivo que sea, nuestro mecanismo para atraer clientes potenciales y convencerlos está roto.
Que nuestro marketing está roto.
Eso es lo que deberíamos arreglar en realidad.
No importamos realmente, y eso es genial
Es verdad que eso tiene un lado negativo que también vimos, el de que nadie está atento a lo que decimos, sino a sus preocupaciones, con lo que llamar la atención es cada vez más difícil.
Especialmente, en un mundo donde esa atención está saturada y bajo ataque constante de mil estímulos, y solo va a ir a peor.
Sin embargo, que no importemos (mientras que en nuestra cabeza creemos que somos el centro del mundo y todos están pendientes de nosotros) tiene un lado enormemente positivo.
Cito de nuevo las palabras del autor Stephen Cope para explicarlo:
«A cierta edad, por fin nos damos cuenta de que, sorprendentemente, a nadie le importa de verdad lo que estamos haciendo con nuestra vida. Este es un descubrimiento muy inquietante para aquellos que hemos vivido el sueño de otra persona y hemos evitado el nuestro: a nadie le importa realmente, excepto a nosotros».
Resumido: No tenemos excusa para atrevernos de una vez a hacer lo que siempre quisimos.
Lo cual, a su vez, conecta con lo primero que hemos visto, responder a la pregunta más importante:
¿Qué vamos a hacer con el escaso tiempo que se nos ha dado?
Fundamental que en esa respuesta quepa descansar, porque el músculo se crea durante el reposo, no durante el esfuerzo.
Feliz verano.