La rutina siempre vuelve, es demasiado poderosa. Pero espero que el verano haya sido bueno, porque el último trimestre sobrevuela y la sombra que proyecta es… extraña.

Al menos, esa es mi impresión. Y no hablo de extraña como necesariamente mala, sino como algo peor para muchos, incierta.

Eso me comentan y percibo en clientes, colegas, amigos y otros emprendedores, ahora que regresan los emails a primera hora y todas esas videoreuniones hacia ninguna parte.

Las cosas han cambiado mucho en poco tiempo, al menos en los sectores en los que me muevo principalmente: servicios y B2B, con un toque tecnológico y online. Pero creo que es extensible a todo.

Muchos modelos de negocio están en una encrucijada (o al final del camino, lo sepan o no) por innovaciones como la IA y la automatización. Pero no solo eso.

En el entorno en el que trabajo más a menudo, el marketing, hay un runrún cada vez más fuerte.

Se ha saturado tanto la atención de la gente, que se ha roto.

Simplemente, hay demasiado estímulo y todos vamos hasta arriba.

Por eso, los anuncios funcionan menos que nunca y nunca fue tan difícil construir una audiencia como ahora.

Las redes sociales, el grial de muchos para esa ansiada audiencia, caen en llamas. Se han convertido en un pay to win de manual, pero ese siempre fue el objetivo y las maneras de antes ya no funcionan. El engagement se hunde y los idiotas flotan, tratando de enfadarnos para conseguir las ansiadas interacciones como sea.

Facebook es un pueblo fantasma y anciano, LinkedIn siempre estuvo hecho de humo, Twitter pasó de cenagal a estercolero, Instagram es un anuncio tras otro y TikTok una distopía con una trastienda muy oscura.

Y la web de toda la vida es invisible e inservible para muchos, cada vez más sepultada por las maniobras de Google.

Más del 60% de búsquedas terminan sin hacer clic en ninguna página, ya que la respuesta la da la propia Google en los resultados. Además de que, cada segundo, hay miles de nuevas páginas de contenido regurgitado por IAs… Las cuales, a su vez, están poniendo en peligro la existencia de la propia Google como no espabile pronto.

Y sea el sector que sea, online u offline, vamos todos hasta arriba y no nos cabe una sola cosa más.

El mayor desafío por delante

El mayor reto ya no es la tarea titánica de crear una solución y comercializarla, sino algo aún más difícil: atravesar el enorme mar de ruido actual, para hacer saber que nuestro producto existe a unas audiencias saturadas, que no hacen caso a nadie, ni se creen nada.

Y con razón.

¿Qué podemos hacer en un entorno así de incierto?

Eso me propongo responder durante las próximas semanas. Compartiendo lo que he comprobado que aún funciona (en mi experiencia y la de un buen puñado de clientes) y examinando bien lo que hacen esos a los que les va muy bien a mi alrededor.

Porque no importa el tamaño de la crisis de turno o los cambios en el horizonte como ahora, siempre hay alguien al que le va bien.

Este año ha sido de los más ocupados que recuerdo. En esas mismas próximas semanas, empezaré a trabajar con una agencia de marketing de Barcelona, con la que ya he colaborado en ocasiones, dentro de un proyecto que, precisamente, trata de abordar este reto.

A esa agencia le va muy bien, con clientes grandes y marcas sólidas, pero observa las nubes en el horizonte y no es tonta. Sabe que el tejado se construye antes de que empiece a llover, no cuando ha llegado la tormenta.

Les presenté una propuesta basada en lo mismo que veremos durante las próximas semanas y les ha gustado, así que lo vamos a poner en marcha.

Creo que analizar lo que ocurre y cómo afrontarlo nos puede ser útil a todos.

Porque al final, como ya he dicho a veces, todos nos dedicamos a lo mismo, no me importa si somos fontaneros, economistas o fabricamos maquinaria.

Todos nos dedicamos, en realidad, a vender lo que hacemos.

Es lo que hay y quien domina ese juego de vender, especialmente en contextos saturados, tiene una enorme ventaja.

Por eso, la próxima semana veremos el punto de partida, la columna principal, el cimiento contra la tormenta. La que parece venir ahora o cualquier otra, eso me da igual, porque si no tenemos en orden ese punto, todo lo demás no importa.

Y como suele pasar, como ocurre con eso de construir el techo cuando llueve (por desgracia, muchos negocios solo se acuerdan del marketing en modo pánico cuando las ventas no llegan), muchos han levantado su casa sobre arena.

Yo también lo he hecho más de una vez, aquí no se libra nadie.

Pasa muy buen día y feliz aterrizaje en lo cotidiano.

Isaac