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El verdadero papel de la suerte a la hora de emprender
Una de las premisas más básicas que mantengo desde hace mucho tiempo a la hora de emprender también es de las más polémicas cuando la comento, pero no entiendo muy bien por qué.
O en realidad, sí lo entiendo, pero creo que no debería ser así.
Es el hecho de que lo más importante a la hora de emprender es lo mismo que lo más importante en todo en la vida: la suerte.
Si tienes suficiente, no necesitas mucho más y esa es la realidad.
He visto muchas empresas que lo hicieron todo bien y fracasaron estrepitosamente, porque no tuvieron esa suerte que hace falta para todo en la vida, como he visto empresas muy mediocres en lo que hacían, pero que tuvieron la suerte, por ejemplo, de conseguir contratos jugosos por conocer a cierto contacto al que tenían acceso, mientras que el resto de empresas no.
La suerte no lo es todo, claro, e incluso en presencia de suerte, hace falta el coraje, la decisión, la visión o la casualidad de lanzarse a aprovecharla. Porque a lo mejor yo viví los Bitcoins a 10 euros, pero decidí no comprar.
De hecho, y como es tan importante, en el libro sobre emprender en el que estoy trabajando hay una buena cantidad de páginas dedicadas a examinar más de cerca esa suerte, que es algo de lo que no se habla en libros similares.
Cómo se manifiesta principalmente a la hora de emprender y cómo reconocer y aprovechar sus distintas formas, las sutilezas del azar e incluso las curiosas investigaciones sobre la suerte, porque será uno de los elementos que más influya durante nuestra actividad emprendedora.
Si queremos tener probabilidades de sobrevivir a esta aventura, hay que entender bien la suerte y cómo actúa en nuestro caso.
Pero es un tema tabú.
Nadie quiere reconocer el papel de la suerte en sus éxitos, solo el de su trabajo duro, su ingenio, su arrojo o su visión innovadora. El sesgo del superviviente es poderoso, pero, por suerte, cada vez más y más autores e investigaciones están rompiendo esas narrativas y demostrando con cifras y estudios el enorme (muy enorme) papel de la suerte en todo.
Sin embargo, también dejo clara una cosa muy importante en el libro, porque cuando salen temas tan emocionales, aparecen reacciones poderosas.
Suerte no significa bajar los brazos, al contrario
Imaginemos que estamos jugando al parchís, una partida donde la suerte con el dado lo determina todo. Cuando no salimos de la casilla inicial hasta que sacamos un cinco, ¿cuál es la manera de conseguirlo si lo que sale en esa tirada es pura cuestión de suerte?
La solución matemática y probabilística es tirar más veces.
Cuanto más puedas hacerlo, más probable es que te salga ese cinco que necesitas. Pero si no te molestas, o tiras una vez y te rindes, no puedes extrañarte de haber fracasado, porque una de las cosas que aprendes cuando emprendes (y en casi todos los aspectos de la vida) es que nada sale a la primera.
Esta es una de las maneras de tentar (que no obligar) a la suerte, más intentos.
El resultado del dado será el que sea y no podremos influir en él, pero intentándolo más veces tendremos más oportunidades de que salga el cinco que necesitamos, que es de lo que se trata. Por eso, cuando me dicen que, si todo es suerte, entonces para qué molestarse en hacer nada a la hora de emprender, en realidad, la conclusión correcta es la contraria.
En un contexto que funciona así y no podemos cambiar, hay que intentarlo más, no menos.
Pero hay un problema…
Ese problema es la maldita manía que tiene la vida de que nada sea gratis en ella.
Cada tirada de dado tiene un coste cuando emprendes, a veces muy importante. Esto es lo que callan todos esos que profesan un culto sin sentido al fracaso y repiten frases como la de que hay que fallar más rápido, o alguna tontería similar maquillada de sabiduría de negocio.
Los intentos no salen gratis y aquellos que comienzan la partida en una posición aventajada pueden permitirse fallar mucho más que los que pusieron todos los ahorros en su idea y no tienen una red de protección en caso de que no salga.
Es por eso que cuando tratamos este tema, también es necesario trabajar la manera de minimizar el coste de las tiradas, para que una fallida no nos saque del juego para siempre.
Pero ese es otro tema para otro día.
Ese culto que glorifica el fracaso lo predican quienes no tienen problema en lanzar el dado una y otra vez, ya que un fallo no les supone perder todo, porque, por ejemplo, consiguieron financiación ajena de capital riesgo.
O lo proclaman los que tiraron una vez y sacaron el cinco a la primera, que de todo hay en la vida, de modo que ahora se dedican a sermonear a las fichas que se quedaron atrás, confundiendo haber tenido suerte con haber tenido habilidad.
Pero de verdad que creo que hay que ser más humildes y reconocer el papel de la suerte, estudiarla y no ignorarla. Al fin y al cabo, también es cierto que, cuando la tenemos en cuenta, jugamos mejor la difícil partida de póker que es emprender un negocio.