La semana pasada echábamos un vistazo al producto perfecto que siempre ha vendido y siempre venderá y, tratando ese tema, comenté por encima algo importante que merece la pena que desarrollemos más a fondo.

Se trata del hecho de que, si tuviera que definir fielmente qué es emprender y gestionar un negocio, lo podría hacer con una simple palabra de cuatro letras: caos.

Porque lo queramos aceptar o no, la naturaleza de emprender es esa y no vamos a poder librarnos de ella.

No importa si somos el mejor gestor del mundo o expertos en economía, producción y marketing a la vez: va a ser un caos.

Lo será en el sentido de que resultará imposible prever todo lo que ocurrirá y que las cosas salgan exactamente como queremos. Además, como en toda actividad, incluyendo la vida en general, tendremos nuestra saludable dosis de accidentes, imprevistos, casualidades y esa terrible manía de que las personas, en este caso los clientes, salgamos muchas veces por donde menos se espera.

Lo que separa a los niños de los adultos a la hora de emprender

Una vez aceptamos que el caos es la verdadera naturaleza de los negocios y de emprender, nos hacemos adultos y dejamos de creer en Reyes Magos. Y ese es un paso necesario.

Hay que tener en cuenta que, aunque yo cogiera mis mejores tácticas, mis campañas más efectivas en estos 20 años, o las soluciones que he aplicado con éxito, y tratara de implementarlas en otra iniciativa de negocio, no darían el mismo resultado.

Porque las circunstancias, el timing y la naturaleza de ese otro negocio serán muy distintas al mío, de modo que lo que obtendré al aplicar eso también será, necesariamente, diferente.

Sin embargo, eso no significa que no podamos hacer nada contra el caos natural de emprender, ya sea para mitigarlo o para navegarlo mejor.

En qué se centran los adultos

Aunque es imposible adivinar lo que nos espera a la vuelta de la esquina en nuestro sendero emprendedor, lo cierto es que eso no significa que no podamos aumentar las probabilidades de superar los desafíos.

Pero eso lo haremos con principios y estrategias, no con tácticas ni trucos.

Por ejemplo, si alguien posee la habilidad de pensar estratégicamente, una característica fundamental en un emprendedor, la podrá usar, de forma general, en cualquier situación.

Lo mismo pasará si el emprendedor es, por ejemplo, concienzudo, uno de los rasgos psicológicos más importantes, pero más infravalorados.

Quien haya cultivado esta característica personal, la más correlacionada con el éxito según los datos, mucho más que otras que nos venden, como la resiliencia o la inteligencia, por ejemplo, la aplicará a todo: desde su oferta, hasta su marketing, pasando por las finanzas.

Así, trabajará la oferta a fondo, considerando cuidadosamente si conecta con los deseos de su público objetivo. Igual que cuidará las campañas de marketing y se preocupará de plantearse si el incentivo que ha puesto, para que el cliente se mueva cuando la vea, será suficiente. Por supuesto, también tendrá el dinero del negocio bien controlado, de forma que los cimientos de la empresa serán sólidos.

Como vemos, las estrategias, principios y características generales nos servirán para aplicarlos a cada situación que encontremos, adaptándolos y mitigando el caos.

Pero vendernos, yo qué sé, que lo que funciona siempre es enviar un email diario o algo así a nuestros usuarios, o poner en marcha el sistema de afiliados que ha hecho rico a quien nos lo ofrece por un precio que nunca es módico…

Creyendo y cayendo en esas cosas somos niños en un juego de adultos.

Y al contrario de lo que muestran películas y series, en la realidad los niños son un lastre frágil y caen primero en cualquier situación arriesgada.

Como tener un negocio.

Eso se debe a la naturaleza caótica e incierta de emprender y al hecho de que las personas, precisamente, no nos manejamos nada bien con la incertidumbre.

Buscamos negar y eliminar como sea esa incertidumbre y, si alguien nos dice que con su táctica de marketing, o su sistema de negocio, podremos hacerlo, pues picaremos como vimos la semana pasada. Como siempre picamos en los productos que venden sueños, incluyendo el de la certeza y seguridad.

A menos que nos hagamos adultos de una vez y dejemos de creer en Reyes Magos, claro. Eso hará que empecemos a cultivar habilidades, desarrollar estrategias y adoptar principios que nos servirán bien en toda situación.

Y sí, con complejas, requieren trabajo, a veces son frustrantes y no nos garantizarán nada, claro. Pero aumentarán las probabilidades, que es de lo que va realmente este juego.

Porque emprender nunca va a dejar de ser caos, y ni nosotros, ni la mejor Inteligencia Artificial o la persona más preparada del mundo, puede abarcarlo ni preverlo.